domingo, 30 de mayo de 2010

Hojas como nieve

El domingo a las ocho de la mañana, en Vicente López sólo pasean los enanos de jardín, las palomas y los fititos blancos.














El diarero estaba, claro. Me dio (además del diario) el parte climático en retrospectiva: "Estuvo lloviendo toda la noche. A las 3 de la mañana hubo viento, ahora está lindo". Me pareció que quería seguir charlando (pobre, esa soledad de la mañana).





Pero me fui porque quería ver de cerca esas hojas que caían y se acumulaban como nieve en los autos, en los cordones, en los techos.

viernes, 28 de mayo de 2010

Impecable

Acá enfrente hay una boutique. La dueña está los sábados y los lunes. La veo llegar en su auto gris. El resto de los días atienden las empleadas.

La dueña tendrá unos 50 años, pero es dificil saber porque además de cirugías (y boca de pato) tiene mucho maquillaje. La cara blanca, el pelo anaranjado lacio perfecto apenas abajo de la oreja, raya al medio y flequillo. Siempre se viste con botas, calzas y algo holgado arriba (debe tener panza, las piernas son bien flaquitas).

Una empleada le comenta que una clienta se quejó porque un sweater destiñó al lavarlo y que dejó la prenda para que la ella la vea, la evalúe y le proponga una solución.

La colorada agarra el sweater, lo mira, lo da vuelta, lo mira. Se lo acerca a los ojos. Lo sigue mirando.

Finalmente dice: "Está impecable, decile que este sweater está impecable."

sábado, 22 de mayo de 2010

Bicicletas

Ayer. Siete de la tarde. 
Pasa un chico rubio, jóven (¿tendría... 30 como mucho?), en bicicleta. La bicicleta tiene un canasto blanco cuadrado plástico como de reparto. El chico tiene rastas, un pulover con capucha y un megáfono.

Dice por el megáfono mientras pedalea por la calle Roca: "Vengan a la costa, vengan a la costa, la policía va a reprimir nuestra movilización en contra del vial costero. Vengan a la costa, vengan a la costa, la policía va a reprimir nuestra movilización en contra del vial costero."

La gente en la calle camina y mira; en la Bola de Oro come y mira; en el Café de París toma café y mira.  Algunos comentan. Acá abajo, en la puerta de este edificio tres chicas comentan. Una dice: "Hay 150 efectivos para esa manifestación". Pone cara. Otra le pregunta: "¿Estuviste?" La primera contesta que no, que como va a ir si está re-embarazada.


Hoy. Tres y media de la tarde. 
Una pareja y su bebé vuelven de un paseo. Cuando llegan a la puerta del edificio para entrar se encuentran con el paso obstruido por dos bicicletas que dejaron allí unos comensales de la Bola de Oro. Los paseantes piden amablemente a los comensales si podían correr las bicicletas. Los comensales (un matrmonio de cincuentipico) amablemente se levantan y corren las bicicletas. Cuando la familia ya entró, ve que los comenzales vuelven a obstruir la entrada del edificio con las bicicletas.

Los habitantes del edificio piden nuevamente (todavía amables, puede ser que un poco menos, pero amables al fin) a los comensales de la Bola de Oro que por favor corran las bicicletas de la entrada del edificio. El señor de cincuentipico se enoja y entre insultos (diferentes insultos para la mujer, para el marido y para el hijo habitantes del edificio) pide "un ratito más, hasta que terminemos el café".

Después la señora de cincuentipico cerró la escena dicendo: "Dejalos, no vale la pena", mientras ayudaba a su marido a mover las bicicletas.

martes, 18 de mayo de 2010

jueves, 13 de mayo de 2010

Mano negra

Salí a pasear por la calle Segurola. Más o menos al 1000 veo dos mujeres jóvenes, dos cochecitos vacíos, dos nenes de al rededor de un año parados en la vereda con las manos negras. Las mujeres intentan limpiar las manos con pañuelos descartables, pero nada, no sale.

Paso, las miro y una de ellas me dice: "No avisaron que la puerta estaba recién pintada".

En medio de todo

Hoy el verdulero me vio acá en mi maceta y me saludó. Esto es lo bueno de estar en este balcón en medio de todo y no en un jardín ordenado.

domingo, 2 de mayo de 2010

Un tropezón fue caída

Una señora camina oronda por la vereda de la farmacia. Alta, elegante, anteojos negros, bolsas de compras en ambas manos. Camina casi orgullosa.

En eso, tropieza y cae. Apoya las rodillas y las manos (y las bolsas) en el piso. El pelo para adelante (negro, peinado a dos aguas hasta los hombros). En seguida la ayudan los policías. "Yo puedo, yo puedo. Muchas gracias", dice mientras se levanta, recupera la actitud y se aleja.

Tacos muy altos.
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