sábado, 30 de abril de 2011

La mujer de Vicente López no cocina

La foto no es buena, pero ahí tienen
la entrada de La Bola de Oro.
Se puede ver una de las dos palmeras
que la enmarcan (y tapan los carteles
de sus propios anunciantes).
Se puede ver una de las mesas que tienen
afuera, en donde se reúne diariamente
la barra de Armando.
Éso decía uno de los jóvenes jubilados de la barra de Armando.

Sentado en una de las mesas que la Bola de Oro tiene en la vereda le hablaba a un hombre algo más joven que él.

"Nosotros lo vivimos ahora en la pescadería, todas te piden algo ya listo, algo preparado para calentar en el micro-ondas, servir y comer. Por eso no te anda la carnicería, vos ahí tenés que vender matambre cocido, asado cocido, colita al horno con papas y milanesas ya preparadas. Éso es lo que sale en Vicente López."

viernes, 1 de abril de 2011

El Turco de arriba

El Turco vivía acá arriba. Justo acá arriba. Desembarcó en el edificio unos pocos meses después que nosotros y nos enteramos de la peor manera. Haciendo reformas en la cocina rompieron un caño y empezó a llover a través del techo del pasillo. Y como no vivían arriba todavía, tardaron dos o tres días en cerrar la llave de paso.

Unos treinti-muchos (o cuarenti-pocos) tendría el turco y venía con su mujer, a quien enseguida se vio embarazada. Primero un niño, luego otro.

Un buen día, el turco, que jamás participaba en nada que tuviera que ver con el consorcio, se mostró interesado por mejorar el edificio. Juntó unos pesitos puerta a puerta y como era arquitecto, trajo a sus proveedores de pintura para que pintaran pasillos, marcos y puertas de los espacios comunes; hizo buenas migas con Kika, que fue a comprar unas lámparas más cálidas para los palieres de cada piso; y por último, mandó a pintar el aireyluz que compartimos.

Poco después puso en venta el departamento, vendió y se fue.

Pero no.

Ahora trabaja acá a la vuelta en un estudio de arquitectura que se dedica a reciclar casas antiguas. Lo veo pasar. Mira la terraza. Sabe que está recién pintada, pero que nos queda todavía pintar la pérgola. Pasa hablando con algún compañero de trabajo y comenta que se mudó de acá porque estaba harto de OC, y de la cantidad de veces que habría la puerta de su departamento entre las 7 y las 7,30 de la mañana. Lleva a jugar a los chicos a la plaza, se toma el tren en la estación.

¿Será consciente de que la combinación de colores de marco y puerta que eligió es de bastante mal gusto? ¿Estará al tanto de que a las pocas semanas de vendido el departamento, la flamante pintura del aireyluz se lavó con la primera lluvia?

Para saber sobre otros que nunca se fueron del barrio, hagan click acá.
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